Sus ojos pardos invitan a los sentidos en aromas de frutos en primavera, acaricia la botella medio llena, sin pronunciar palabra, invade el espacio del silencio. Tomo la copa y me deleito con el sabor, espero que la astucia sea sueño. Se levanta con un beso profundo y asalta el aire de frente a frente. Sin sonido, mi cuerpo se mezcla con su cintura, obedece a la inercia y me conduce tras el umbral de la puerta, el rubí ilumina con su milagro.